una chica de trece años, sentada en su cama con el móvil en la mano, recibe un mensaje privado de alguien que dice ser un chico guapo de diecisiete. Empieza todo dulce: ¿cómo va tu día?, ¿estás sola? Pero en menos de una semana, el tono cambia. Alberto, cuarenta y tres años reales, pero disfrazado de adolescente en pantalla, empieza a pedir selfies solo para mí. La niña, confundida entre curiosidad y miedo, duda… hasta que un vecino –un chaval de diecinueve que ya había visto moverse a tipos así– decide jugársela. No fue policía, ni app de vigilancia: fue pura calle, pura sorpresa.
Así lo atraparon, y aquí va el relato sin filtros pero sin sangre. La chica, llamémosla Lucía, no era la primera. Alberto llevaba cuatro meses en Instagram bajo el nick @PRIVACIDAD, perfil con foto robada de un modelo adolescente. Su táctica: buscar perfiles con fotos de baile, gimnastas, niñas que subían stories llorando por un crush. Yo también estoy triste, ¿me escribes?, mandaba. Lucía le contestó porque justo acababa de pelear con su mamá. Alberto escaló rápido: te doy mi número real, llámame, ven a verme. Le dio una dirección falsa primero –un parque–, pero Lucía se rajó.
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Pilló A Su Mejor Amiga Con Su Novio 😱Ahí entra el vecino, Dani. Había oído rumores: un repartidor viejo rondando por el barrio preguntando por chicas solas. Dani abrió un perfil nuevo, se hizo pasar por Lucía, y siguió el juego. ¿Qué tal si nos vemos hoy?, escribió Alberto. Dani contestó sí, pero cambió el punto: mi abuela trabaja en la comisaría, mejor en la esquina de mi calle, cinco minutos. Alberto picó. Llegó en bici, con sudadera de TikTok y mochila… y ahí estaba Dani, de pie, grabando en vertical con el móvil.
¿Alberto?, dijo Dani. El tipo palideció. No hubo pelea: Dani simplemente levantó el teléfono y dijo: Ya estás grabado, cabrón. Alberto intentó huir, se tropezó con el bordillo, y Dani lo siguió hasta que un vecino llamó a la policía.
Mira Esto:JOHN COBRA VIDEO VIRAL PABLO IGLESIASTodo en nueve minutos. Cuando revisaron el móvil de Alberto, encontraron carpetas: Lucía, Carla, Paula. Fotos editadas, audios donde se oía su voz ronca diciendo muéstrame más. La policía confirmó: veintidós chicas entre doce y quince, tres de ellas locales. Lucía no llegó a verse con él, pero sí envió una foto en bañador –nada explícito, pero suficiente para chantajear–. Alberto no era novato; tenía antecedentes por exhibicionismo en 2019, pena suspendida.
Esta vez no. El juez lo encarceló provisionalmente; la ley de menores en España ya no perdona eso. Dani, el héroe improvisado, ahora habla con Lucía: No fue por fama, fue por no dejar que otra pasara por ahí. Las redes estallaron –sin nombre real, claro–, pero el mensaje cala: si ves algo, grábalo, no lo ignores. Y Lucía? Duerme mejor, dice. No borró Instagram, pero bloqueó a cualquiera que le pida fotos privadas. Simple, ¿no? Ojalá bastara con eso.
Aqui dejamos fotos del chico que hizo todo esto:
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ABUSO DE LA CHICA EN ARGENTINA
Entonces, ¿cómo paramos esto antes de que empiece? Fácil: hablas. Si eres padre, dile a tu hija de doce años que cualquier adulto que le pide fotos privadas ya está jodiendo límites-sin sermones, solo esto es rojo, no toques.
Si eres adolescente, guarda capturas: no borres nada, ni el hola guapa que luego pide más. Apps como Qustodio o Family Link no son espionaje, son red de seguridad-ponlas sin drama, es para que no me vuelva loco preocupado.
Y en la calle: si ves a un cuarentón oliendo alrededor de parques con bici y mochila, graba. No seas héroe, sé listo-envía el video a la policía cibernética en segundos, no subas a redes. Porque al final, estos tipos no quieren amor; quieren poder, y el antídoto es luz: luz en el móvil, luz en la conversación, luz en la denuncia. Un clic tuyo puede ser la trampa de otro. ¿Vale?